Hoy mostraré algunas fotos sobres diversos atardeceres que he ido recopilando, algunos en esos días en que las nubes ayudan a realzar la bellezas de estas tierras con su arreboles. Esos colores rojizos que adquieren cuando el sol está ya muy caído, incluso después de ponerse, van cambiando desde el amarillo oro hasta el violeta, pasando por una gran gama de matices.
Muchas veces he intentado captar el famoso rayo verde, ese que ocurre como el último destello del sol al ponerse, que apenas dura un suspiro y como decía Julio Verne en su novela «El rayo verde»: «[…] un verde que ningún artista podría jamás obtener en su paleta, un verde del cual ni los variados tintes de la vegetación ni los tonos del más limpio mar podrían nunca producir un igual ¡Si hay un verde en el Paraíso, no puede ser salvo de este tono, que muy seguramente es el verdadero verde de la Esperanza!».
A veces esperando hasta el último momento para intentar captarlo, o bien obnubilado por el espectáculo, me ha sorprendido la noche en lugares complicados a los que he llegado buscando encuadres imposibles.
Espero que os guste y lo disfrutéis como en su momento hice yo.