Río Seteníl, Río de la Peña, Río Trejo o Río Guadalporcún, cualquiera de estos nombres adopta, conforme va creciendo con la aportación de numerosos arroyos. Desde su nacimiento a unos 11 kilometros del pueblo, en la zona del puerto del Quejigal, toma el nombre de Setenil o Río de la Peña, en la entrada al pueblo con el aporte del Arroyo del Burgo, pasa a llamarse Río Trejo, hasta abandonar Seteníl, donde se le une el Arroyo del Galapagar y por fin pasa a llamarse Guadalporcún hasta su unión al Guadalete.
Como máximo artífice en la construcción de Seteníl, nuestro río es fundamental para entender la estructura del pueblo, y como este se ha ido adaptando a sus grutas y sus meandros. Ha sido esencial para su gente, que hacia la vida muy ligada al río, lavando, aprovechandolo para huertas o usando su fuerza para numerosos molinos ( aunque últimamente vivimos de espaldas a él, quizás debido a lo poco accesible que es ahora).
Hace tiempo que tenía pensado hacer un recorrido fotográfico por sus innumerables recodos, saltos, cascadas, grutas y pozas, que le hacen de un gran belleza, espectacular a veces. Pero he ido posponiendolo debido a que últimamente no se encontraba en su mejor momento. Este año sin embargo, debido a las lluvias, ha recuperado su esplendor que recordaba de antaño (de cuando estábamos siempre en el río, en él nos bañábamos, pescábamos…). He dejado pasar un tiempo después de las crecidas, a que las aguas se aclaren y vuelvan a su cause.
En el breve recorrido del río desde su nacimiento de una fuente en medio de una peña (¡de una peña tenia que ser!) a unos 800 ms., podemos ver numerosos cambios, un comienzo de cuenca rodeado de encinas, luego estrecho, encajado, saltarín antes de llegar al pueblo, lugares donde ha excavado marmitas de gigantes (especie de olla excavada en la roca por la fuerza de la corriente), zonas salvajes donde casi desaparece debajo de la roca, esquivando grandes peñas caídas al río, a veces parece surgir de entre las piedras, otras ha hecho un corte geológico en las rocas y podemos ver la estructura del suelo (calcarenitas y margas azules alternandose) .
Y la parte del pueblo, el río enclaustrado en un corsé de hormigón (la obra sería necesaria, pero lástima que en el equipo técnico no hubiera un buen paisajista que orientara para no quitarle el carácter al río, carácter que una vez atravesado el pueblo vuelve a recuperar).
Hasta no hace mucho existían numerosas presas para elevar el nivel del agua de donde salían las zúas o acequias que alimentaban los molinos y daban lugar a saltos de aguas y cascadas. Por lo que he podido comprobar la fuerza de las crecidas ha acabado prácticamente con todas. Algunas como la que alimentaba el molino de los Camacho (daba lugar a la cascada del charco Corral) era una construcción verdaderamente basta, que está casi de una pieza o dos en medio del río, en este caso lo que ha cedido sido el anclaje sobre margas azules de poca consistencia.
Hecho de menos también los abundantes barbos que antes lo poblaban, que admirábamos al verlos saltar las cascadas a contracorriente, ahora a mi paso solo saltaban al río ranas y galápagos o emprendían el vuelo algunos patos.
En esta ocasión todas las fotos del pueblo están sacadas desde el río, erigiéndose este en único protagonista y dando lugar a una visión algo diferente de Seteníl. Las imagenes están tomadas entre Marzo y la primera mitad de Mayo de 2018.
Lo he dividido en dos partes, estableciendo el corte en el puente árabe.





































Hasta aquí la primera parte, en la segunda abordaré el resto del pueblo, las presas de los molinos y el Arroyo de Alcalá.
Aquí pudes ver la segunda parte: Río de Seteníl. Segunda parte
Preciosos un reportaje de un diez de verdad antes a mi me gustaba más por que tenia los tajos hacian cuevas habia muncho peces pero sigue con sus encantos
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Gracias Vega, antes tenía las cuevas, recovecos y rocas en el tramo del pueblo, que es lo que le falta y sobretodo más vida, esperemos que esta se recupere.
Un saludo
Mario, consigues que vuelva a tener ganas de visitar nuestro pueblo, no conocía el rio como tu lo has fotografiado